Humanizando Etiquetas: Mariano, viviendo con VIH, la enfermedad del amor

En ese momento tenía 22 años, la vorágine cotidiana me había puesto frente a un diagnóstico en los estudios pre laborales para un importante puesto de trabajo: “VIH positivo”. La rutina parecía resquebrajarse como mi vida, y en ese instante de extrema vulnerabilidad anímica tuve la fortuna de sentir el verdadero amor de mi entorno, ese que hace que te des cuenta cuán importantes son las personas que te rodean. Hoy, dos décadas después, el VIH no me imposibilita en nada, incluso en cuanto a mi pareja, con quien comparto las cosas más intimas, como la sexualidad. Cuando sentís eso, te das cuenta que el amor es lo que te facilita poder hacer el tratamiento, vital para seguir adelante. El 50% tiene que ver con esa contención amorosa, y el otro 50% lo hace la medicación. Conocé mi historia, y descubrí la única enfermedad que tengo: la del amor.